martes, 1 de marzo de 2016

Una chica llora desconsolada en Renfe

Se detiene un abuso sexual en la estación de cercanías de Plaça Catalunya

Son las 15.45 de la tarde en Plaça Catalunya y me dispongo a coger el tren que se dirige a Portbou. Pico el billete y me siento en uno de los banquitos que hay en la parte de arriba de la estación para ver por la pantalla que anuncia los trenes, cuando anuncian el mío. 

Cuando decido levantarme para bajar al anden oigo unos gritos que provienen de allí: "¡Seguridad!¡Seguridad!". casi de inmediato una mujer se precipita hacia el piso de arriba por las escalera mecánicas hasta llegar a la ventanilla de información dónde pide a los hombres de seguridad que la acompañen al andén. "tienen que coger a un hombre, se estaba masturbando", le escucho decir a la chica. Los hombres con los chalecos verde fosforito la acompañan con rapidez hasta el andén.

Empiezo a bajar las escaleras mecánicas para poder coger el tren hacia Portbou, que saldrá en breves instantes, y mientras lo hago, me cruzo con el sujeto que ha causado tanto jaleo en el andén. Llevaba una camisa que se iba abrochando mientras subía con aire tranquilo y relajado por las escaleras, sin dar ningún paso, dejando que estas hicieran todo el trabajo por él. Parecía no tener prisa. De repente se subió la bragueta de su pantalón de vestir.

Una vez  en el andén, me encuentro con una masa confusa de gente que pregunta en voz alta, y constantemente, qué es lo que ha ocurrido. Una mujer con mechas rubias y un poco más bajita que yo, de unos 40 años, me explica que ella ya estaba en el andén cuando sucedió todo el meollo pero que no sabe exactamente lo que ha ocurrido. Me doy cuenta de que el tren de la vía contraria a la que debe llegar el mío, no se va de la estación. 

Dos hombres de seguridad han vuelto a bajar al andén y preguntan "por la chica". La gente se moviliza y se abren las puertas del tren detenido, como un telón que ocultaba todo un drama. Una chica joven, no mucho mayor que yo, esta sentada en uno de los asientos del tren que se puede ver perfectamente con la puerta abierta. La pobre muchacha llora desconsoladamente y tiembla sin poder parar de repetir "se ha escapado, se ha escapado". Los hombre de seguridad la levantan del asiento y le dicen algo en bajito a la chica, esta sólo contesta "se ha escapado, se ha escapado, me tocaba, ese hombre no paraba de tocarme".

Una mujer mayor se juta conmigo y con la chica de las mechas rubias y, después de haber preguntado que había pasado y recibir nuestra respuesta, nos explica que ella ha visto al hombre que ha cometido esa barbaridad, sonriendo satisfecho en la parte de arriba de la estación. 

La chica, víctima de un abuso, se ayuda de los hombres de seguridad para poder caminar sin tanta dificultad, debido a su tembleque. Otra chica, con un tono muy amable, le sujeta sus cosas y la acompaña a la parte de arriba de la estación. Una vez la desaparecen de mi vista, escaleras arriba, llega mi tren y me voy de la escena de esta historia.

"Suerte que ha ocurrido cunado el tren pasaba por el centro de Barcelona", pienso para mis adentros. Si hubiera sido de otro modo, si esto hubiera ocurrido en una estación de un pueblo, como las de la R3, ¿que le hubiera ocurrido a la chica? He visto cosas en las cercanías de Barcelona que no me han parecido agradables: un chico escupiendo a un revisor y dando patadas a dicho trabajador de Renfe porque este le había obligado bajar del tren por no tener billete. Las agresiones habían empezado antes de llegar a la estación dónde bajó el chico acompañado de sus amigos. El revisor había pedido que se bloquearan las puertas del tren y este se quedara en la estación hasta que llegara la policía, pero esta no llegó a tiempo, pues haciendo fuerza los chicos lograron salir, no sin antes insultar, ridiculizar y escupir al revisor. 

Publicación de la Vanguardia sobre la huelga de Renfe durante el MWC
He visto cómo dos borrachos fumaban dentro de un vagón de la R1, pero esto no fue peor que la vez que un grupo de hombres fumaba hierva en el espacio que hay entre vagón y vagón, en un tren de la misma línea, dejando que todo el humo entrara en el recinto. Sin duda, creo que no he visto nada tan grave cómo el abuso de la pobre chiquilla en Plaça Catalunya. Los trabajadores de Renfe ya manifestaron su preocupación por la falta de personal de seguridad en diferentes huelgas, una de ellas, la última, fue profundamente criticada por coincidir con el Mobile World Congress (MWC) de este año 2016. 

Aunque a muchos nos molestara que tanto la huelga de Renfe, como la de el TMB coincidieran con el MWC o simplemente nos impidieran llegar a nuestros destinos con normalidad, reconozco que el aumento de seguridad es necesario si así evitamos situaciones de vandalismo y abuso en el transporte público. 

Los usuarios de transporte público estamos hartos. Hartos de pagar un transporte todos los días que es famoso por sus interminables huelgas y retrasos. Hartos de encontrarnos con situaciones desagradables en los trenes. Por último, estamos hartos de pagar por un servicio que ahora se manifiesta, de algún modo, poco seguro. Aún estamos esperando una solución que acabe con las caóticas situaciones que algunos vivimos casi a diario. 

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