viernes, 18 de noviembre de 2016

Burbujas

Pequeñas explosiones que a la mayoría nos sacan de quicio

Después de un largo día lleno de actividades, entro en el vagón empujada por toda la marea de gente que se apresura a coger sitio para no quedarse sin asiento. Alargo la vista y veo que, al lado de una ventana y cerca del baño del vagón, queda una butaca plegable libre. Las bisagras del asiento chirrían sonoramente cuando me acomodo y la mujer que está sentada a mi lado me mira por encima de sus gafas con cierto disgusto. A juzgar por su reacción a mi llegada, no sólo la incomodo profundamente sino que le he roto en mil pedazos el deseo de viajar con el asiento de su lado libre.